
Imagina un pan capaz de desafiar al tiempo, un pan que no conoce la palabra “caducidad”. En la soleada Puglia, en el corazón del sur de Italia, los campesinos y marineros de antaño ya habían encontrado la solución perfecta para tener un alimento que no se malograba nunca: la frisa, también llamada frisella o friselle. Estos anillos de pan, cocidos dos veces hasta volverse crujientes y ligeros, eran un pequeño tesoro de ingenio culinario.
Para los campesinos y los navegantes, la frisa era el pan tradicional que podía durar semanas, incluso meses, sin estropearse. Bastaba con un poco de agua para devolverle suavidad y sabor, transformándola en la base perfecta para tomates frescos, aceite de oliva y una pizca de sal.
En una época en la que conservar los alimentos era un verdadero reto, la frisella era mucho más que un simple pan campesino: era una garantía de sustento natural, un compañero de viaje para quienes vivían de la tierra y del mar. Y hoy, este pequeño milagro crujiente sigue aquí para contarnos un pedazo de la historia mediterránea y del pan del sur de Italia.

Receta tradicional frisa pugliese
Equipment
- 1 Bol para amasar
- 1 Horno
- 1 Cuerda para cortar
Ingredientes
- 500 g Semola de trigo integral
- 300 g Agua
- 10 g Levadura
- 10 g Sal
Elaboración paso a paso
- En un bol grande añadimos los 500 g de sémola de trigo duro integral y rompemos 10 g de levadura fresca. Esta receta funciona con cualquier harina. Mezclamos con las manos.
- Vertemos 200ml de agua y mezclamos durante unos 5 minutos para que la harina se hidrate bien.
- En los 100 ml de agua restantes disolvemos los 10 g de sal y lo incorporamos poco a poco a la masa. Amasamos bien hasta que quede lisa y elástica.
- Cubrimos el bol con un paño, o con papen transparente, y dejamos reposar la masa durante 1 hora en un lugar cálido.
- Dividimos la masa en porciones de unos 100 g cada una. Les damos una forma alargada con las puntas estrechas y después las enrollamos sobre sí mismas, formando una espiral característica.
- Colocamos las piezas en una bandeja alta ligeramente enharinada. Cubrimos con papel transparente y dejamos fermentar durante 2 horas más.
- Precalentamos el horno a 220 °C y horneamos las frise durante 15 minutos.
- Sacamos las piezas del horno y, aún calientes, las abrimos por la mitad de manera transversal.Si las cortamos con cuchillo, obtendremos un corte limpio y regular.Si las cortamos con cuerda o hilo, la superficie quedará más rugosa, lo que ayudará a que después absorban mejor el agua y los ingredientes. Esta es la forma más tradicional y práctica desde el punto de vista gastronómico.
- Colocamos las piezas cortadas en la bandeja, con la parte cortada hacia arriba, y horneamos de nuevo a 160 °C durante 1 hora para que queden completamente secas.
- Dejamos reposar las friselle sobre una rejilla para que no se forme humedad en la base.Una vez frías, las guardamos en un tarro de vidrio herméticamente cerrado o en bolsas para alimentos bien selladas. Así se conservarán perfectamente durante meses.
Video
Como conservar la frisa
Las frise se conservan perfectamente durante mucho tiempo gracias a su doble cocción. Lo ideal es guardarlas en bolsas de plástico para alimentos bien cerradas o en tarros de vidrio herméticos. De esta manera, se mantienen crujientes y listas para usar incluso hasta un año después de su preparación.
Como utilizar las friselle
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mas sobre la frisa
La pagina de Wikipedia
Historia de la frisa